¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?
Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira…
Son conocidas por todos nosotros, pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso una enfermedad.
Hay otra serie de términos y conceptos muy relacionados con este tema como, por ejemplo, los sentimientos. Estos son más duraderos que las emociones, que son temporales y están más vinculados a la reflexión. No suelen estar relacionados con sensaciones físicas intensas, son más suaves y no ponen en marcha comportamientos de manera inmediata.
Otro concepto es el estado de ánimo. Un sinónimo podría ser la “vivencia emocional” y como los sentimientos, suele ser más intenso y más prolongado que la emoción.
El término afectividad englobaría todos los anteriores, incluidas las emociones, y es el término más genérico de todos.
EMOCIONES Y SEXUALIDAD
A la hora de abordar la relación entre emociones y sexualidad conviene tener claro la distinción entre deseo sexual y excitación sexual.
Una mala regulación
emocional puede incidir en
nuestro deseo sexual, en la
excitación o en ambas.
Todas las personas tenemos dos tendencias de acción innatas: acercamiento y defensa:
- La primera nos lleva a relacionarnos, vincularnos, cuidar y a enamorarnos. El deseo sexual está relacionado con ésta. Cuando el deseo sexual se activa nos sentimos receptivos y sensibles a la estimulación erótica. En condiciones normales buscamos el acercamiento y la satisfacción sexual.
- Por otro lado, cuando nos sentimos en peligro de ser dañados, activamos emociones, pensamientos y conductas asociados al otro sistema de acción, el
sistema de defensa.
El miedo es la emoción principal que va a movilizar mecanismos de defensa que pueden afectar a nuestra vida sexual:
- El miedo a la ruptura actúa como mecanismo de defensa inmediato, inhibiendo el deseo.
- El miedo al compromiso, al vínculo, podría generar problemas de excitación.
En estos casos el miedo actúa “protegiéndonos”. Si por el contrario se potencian mayores niveles de seguridad, confianza, alegría y estabilidad emocional, éstos serán factores que propicien una mejor vida sexual, activación del deseo y tendencias de acercamiento.
BIENESTAR EMOCIONAL Y SEXUALIDAD
El estrés es una respuesta de nuestro cuerpo, a nivel cognitivo, fisiológico y conductual ante determinadas situaciones:
- Esta activación nos permite tener un ritmo o nivel necesario para ser capaces de atender tareas complejas, resolver problemas, realizar sobre esfuerzos, etc.
- En este proceso, se aceleran o se ven afectadas distintas funciones como la capacidad de pensar o atender y sistemas como el cardiovascular, el respiratorio, endocrino, dermatológico, inmunológico, gastrointestinal o músculo-esquelético.
Para nuestra vida diaria, es decir, para comer, dormir, trabajar o tener relaciones sexuales se deben activar y desactivar diferentes funciones y sistemas según cada momento. Por ejemplo, para trabajar, necesitamos un grado de activación fisiológica de nivel medio y sin embargo para dormir, el nivel requerido es bajo.
Si estamos poco activados no podemos atender las demandas de nuestra vida laboral y si lo estamos en exceso, no podremos conciliar el sueño.
La función sexual requiere un cierto grado de bienestar emocional y de comunicación con la pareja, así como recursos (energía, vitalidad, atención a las propias necesidades y de la pareja, deseo sexual, fantasías, capacidad de seducción, etc.) que se van agotando con el estrés, el cansancio o el agotamiento.
Nuestro organismo es extremadamente inteligente y asigna recursos estableciendo prioridades: si tenemos que hacer algo muy importante, asignará las reservas necesarias, pero dejando de atender otras funciones que en ese momento considera menos urgentes, como la regeneración de la piel o el cabello, el fortalecimiento de los huesos y del sistema inmune, la fertilidad o la sexualidad.
Del mismo modo que el estrés puede alterar la vida sexual, tener relaciones sexuales satisfactorias con nuestra pareja, ayuda a disminuir el nivel de estrés a través de varios mecanismos:
- La generación de endorfinas aumentando el bienestar.
- El incremento en los niveles de serotonina, que actúa como antidepresivo y mejora el estado de ánimo.
- La disminución de la activación fisiológica al disminuir la liberación de cortisol, la hormona del estrés.
- La mejora de la función cardiovascular.
- Ayuda a dormir mejor ya que la relajación fisiológica y el aumento del bienestar subjetivo mejoran las condiciones para conciliar el sueño.
- La mejora de la comunicación y el vínculo con la pareja debido a la liberación de oxitocina durante el orgasmo, hormona encargada de establecer y fomentar la empatía, el apego y el cuidado.
También puede darse el caso contrario, es decir, que las diferentes necesidades de cada uno de los miembros de la pareja o la falta de empatía desemboquen en conflicto y, por tanto, en un aumento del estrés.