LA SEXUALIDAD A LO LARGO DE LA VIDA
Los seres humanos somos seres sexuados y expresamos la sexualidad de diferentes formas en cada etapa de la vida. El desarrollo sexual es un proceso en el que, además de la evolución psicofísica, propia de cada edad, influyen:
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- El estado físico y la capacidad intelectual.
- La satisfacción de necesidades humanas básicas como el deseo de contacto, la intimidad, la comunicación, la expresión emocional, el placer, la ternura y el amor.
- El aprendizaje de creencias y roles de género.
- La educación afectiva y sexual.
A cada etapa de la vida y, más concretamente a cada edad, corresponden unas formas específicas de manifestación de la sexualidad. Pueden diferenciarse claramente cuatro etapas en el desarrollo psicosexual:
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- infancia
- pubertad y la adolescencia
- juventud y madurez
- vejez
El inicio y duración de cada una de estas etapas son orientativos,ya que dependen de varios factores:
- Personales: el estado físico y emocional, la capacidad intelectual, la personalidad y la autoestima.
- Sociales y económicos: el estatus social, los valores y creencias, el acceso a la educación, la satisfacción de las necesidades económicas y el rol de la familia (apoyo, tutela, control…) en cada sociedad.
- Medioambientales: el clima local, la zona donde se vive (rural, urbano, área de la ciudad o barrio, etc.), así como las facilidades para moverse y acceder a nuevas experiencias e interacciones sociales, para conocer diferentes estilos de vida o acceder a recursos.
- Estilo de vida: alimentación, actividad física e intelectual, intimidad en el hogar y autonomía personal, entre otros.
LA SEXUALIDAD INFANTIL
La infancia es la etapa de la vida que se caracteriza por la curiosidad, la exploración, la observación y el descubrimiento. Los niños, jugando y experimentando, se van conociendo a sí mismos y al mundo que les rodea. Por ello, el comportamiento sexual del niño le permite desarrollarse y adaptarse a su entorno mediante:
- El conocimiento de su cuerpo y el de otras personas.
- La repetición de conductas que le producen sensaciones de placer y bienestar.
- La imitación del comportamiento de otros niños y de las personas adultas que les rodean.
- La asignación de un significado a sus vivencias (experiencias, sentimientos y sensaciones).
Los niños descubren las similitudes y diferencias entre sus cuerpos y que acariciar partes de su propio cuerpo les produce placer. Toman conciencia de la pertenencia a un determinado sexo, van incorporando roles y comportamientos relacionados con el género e imitan los comportamientos de las personas que les rodean.
Las motivaciones de la sexualidad infantil no tienen nada que ver con la sexualidad que empieza a manifestarse en la pubertad y la adolescencia, ni con la sexualidad adulta.
Señales de alarma de comportamientos peligrosos
Los padres también necesitan saber cuándo el comportamiento sexual de un niño parece indicar algo más que una curiosidad inofensiva. Los
problemas del comportamiento sexual pueden representar un riesgo para la seguridad y el bienestar del niño o de otros niños, y pueden ser
una señal de abuso físico o sexual, o un exposición anómala a la actividad sexual.
Las SEÑALES DE ALARMA DE COMPORTAMIENTO SEXUAL incluyen cualquier acto que:
- Ocurra con frecuencia y no se pueda desviar
- Provoque dolor físico o emocional, o lesiones a sí mismos o a otros
- Se asocie con agresión física
- Implique coerción o fuerza
- Simule actos sexuales de adultos
LA SEXUALIDAD EN LA ADOLESCENCIA
La pubertad y la adolescencia son etapas de transición de la infancia a la edad adulta. La pubertad empieza aproximadamente a los 10 años y finaliza a los 13, cuando comienza la adolescencia, que finaliza alrededor de los 19 años, aunque existe cierta discusión entre los expertos para establecer esta frontera.
En la pubertad se inicia el proceso de cambios físicos y hormonales que permiten la transformación del cuerpo infantil en un cuerpo adulto, hacia el final de la adolescencia. Estos cambios preparan el organismo para la reproducción y para disfrutar del placer sexual adulto.
Los objetivos básicos que se deben conseguir en esta etapa en relación con la sexualidad son:
- Aceptar nuestra figura corporal sexuada, no siendo víctimas de los modelos de belleza en nuestra sociedad de laimagen y el mercado.
- Aceptar nuestra identidad sexual, de hombre, mujer, transexual o transgénero, porque nos viene dada, aunque aún no sepamos los factores de que depende.
- Aceptar nuestra orientación del deseo heterosexual, homosexual o bisexual, porque también nos viene dada, aunque no sabemos los factores de que depende.
- Disfrutar de la actividad sexual, consiguiendo tener relaciones sexuales satisfactorias, si lo deseemos.
- Evitar los riesgos asociados a la actividad sexual.
- Aprender a vivir las relaciones amorosas, a vivir en pareja, si esa es nuestra opción.
- Respetar la biografía sexual de los demás, siempre que se trate de una diversidad saludable.
Prácticas sanas y riesgos
Es importante conocer y aceptar las dificultades y los riesgos inherentes al crecimiento y experimentación de esta etapa, por lo que se deben tener en cuenta las características de adolescentes y jóvenes con relación a la actividad sexual y las relaciones de pareja:
- Entre los 12-14 años: sentimientos y emociones poco elaboradas, escasa relación entre actividad sexual y posibles secuelas negativas.
- De 15-17 años: prueban, sienten, dudan…, y pueden hacer demandas concretas. Conocen posibles riesgos, pero se sienten algo inmunes.
- A partir de los 18 años: comprenden que la actividad sexual puede comportar riesgos. Mayor capacidad para pedir ayuda y consultar. Además, la percepción de los riesgos no es la misma en las mujeres que en los hombres, ni tampoco las habilidades de comunicación y negociación.
Apoyo de las familias
La familia, en cualquiera de sus formas, es el agente educativo esencial, también en materia de sexualidad, porque solo ellas pueden ofrecer la experiencia de un núcleo de convivencia amoroso en el que aprendan, emocional y mentalmente las relaciones amorosas que valen la pena. Para ello es fundamental:
- Ofrecerles figuras de apego que les sean incondicionales. Eso sí, que también les concedan autonomía, toda la que sean capaces de usar con responsabilidad.
- Teniendo una relación cálida e íntima con los hijos, de forma que aprendan por experiencia lo que es la relación afectuosa.
- Ofreciéndole modelos de pareja positivos, con respeto, igualdad, cariño, etc.
- Enseñarles a afrontar los conflictos y a resolverlos, incluso con la separación, si fuera la opción decidida.
LA SEXUALIDAD EN LA JUVENTUD Y MADUREZ
La juventud es la etapa posterior a la adolescencia que, según la Organización Mundial de la Salud, comprende el rango de edad entre los 20 y los 25 años. Después de los 25 años, se inicia la madurez, que dura hasta los 65 años, edad en la que empieza la vejez.
Tanto la juventud como la madurez son etapas en las que, si la persona ha alcanzado un buen nivel de maduración psicosexual y tiene los conocimientos y habilidades precisos, la sexualidad se manifiesta en toda su plenitud.
En estas etapas, la vida sexual es un elemento más del estilo de vida, en constante evolución, marcada por las siguientes circunstancias vitales:
- Tener o no tener pareja sexual
- Vivir una situación de pareja estable
- La maternidad y la paternidad
- La menopausia y la andropausia
Algunos datos sobre hábitos sexuales
Los siguientes datos se corresponden con los extraídos del último informe elaborado por Instituto Nacional de Estadística (INE),con relación a la salud y los hábitos sexuales, desde la perspectiva del sida.
Experiencia sexual
De acuerdo con los objetivos de esta encuesta se consideran relaciones sexuales aquéllas en las que hay penetración vaginal, anal u oral, puesto que son las que suponen riesgo de transmisión del VIH.
- El 94,1% de la población de 18 a 49 años ha tenido relaciones sexuales alguna vez en la vida (94,6% en hombres y 93,4% en mujeres).
- Un 3,9% de los hombres y un 2,7% de las mujeres manifestaron haber mantenido relaciones homosexuales en algún momento de su vida.
- Para el 1,1% de los hombres, las relaciones han sido exclusivamente homosexuales.
Número de parejas
Se observa una marcada diferencia por sexo en el número de parejas que se han tenido en diferentes periodos de tiempo, siempre mucho más elevado entre los hombres.
- Un 24,4% de los hombres y un 55,6% de las mujeres han tenido relaciones sexuales con una única persona en su vida. En la mayoría de los países europeos este porcentaje es inferior al encontrado en España, sobre todo entre las mujeres.
- El 4,1% de las mujeres dice haber tenido diez o más parejas sexuales en su vida. En el caso de los hombres, este porcentaje es de un 21,6%.
- Un 22,3% de las personas que han mantenido relaciones sexuales en el último año manifiesta que ha tenido más de una pareja sexual en dicho periodo (39,8% en hombres y 14,8% en mujeres). Esta frecuencia disminuye a medida que aumenta la edad: 33,9% entre los más jóvenes frente al 13,4% en el grupo de 40-49 años.
La llegada de la andropausia
Cuando el descenso de la testosterona alcanza un determinado umbral, se produce la andropausia, con un cuadro clínico que en la esfera sexual supone un descenso de la libido, de la potencia sexual y la aparición de la disfunción eréctil.
Este cuadro clínico es la traducción de una deficiencia de andrógenos que, de forma incorrecta, se sigue denominando andropausia por analogía con la menopausia; pero en la mujer hay cambios hormonales profundos de manera generalizada al llegar a cierta edad, mientras que en el varón existe una gran variabilidad entre diferentes individuos que, en todo caso, experimentan de modo gradual este déficit hormonal.
Aparte de determinadas situaciones en las que se produce un déficit de testosterona, como pueden ser el tratamiento con ciertos medicamentos, la diabetes, la cirrosis hepática, el hipertiroidismo y otras enfermedades sistémicas importantes, el déficit de testosterona está relacionado con la edad. A partir de los 40 años va decayendo el nivel de esta hormona, lo que se acentúa a edades más avanzadas y constituye un problema creciente al aumentar la supervivencia del hombre.
Al igual que ocurre frente a la variabilidad de otras características biológicas, hay hombres que, a edades avanzadas, por encima de los 80 años, pueden mantener niveles de testosterona similares a personas más jóvenes, pero constituyen una excepción.
Si tienes o crees tener alguna disfunción sexual, te recomendamos que leas la siguiente información:
https://hombresysalud.com/disfunciones-sexuales-mas-frecuentes/
LA SEXUALIDAD EN LA VEJEZ
La vejez es la etapa de la vida que empieza a partir de los 65 años. Para los adultos mayores tanto la sexualidad como la afectividad, tienen la misma importancia que tenían en otras etapas de la vida. El problema suele ser el pudor que produce al referirse al tema, pero está lejos la suposición de que los adultos mayores no viven su sexualidad, no la ejercen o no la disfrutan.
Las personas que están en esta etapa de la vida mantienen intacta la capacidad de sentir deseo y de disfrutar de la sexualidad. Como en todas las etapas de la vida, la expresión de la sexualidad durante la vejez está condicionada por una serie de circunstancias que se dan mayormente en este momento vital:
- Las creencias sobre el deseo y la sexualidad.
- El envejecimiento del cuerpo.
- Los efectos del envejecimiento en la autoestima y el estado emocional.
Algunas creencias erróneas que deberíamos abandonar
En general, tenemos la idea de que la sexualidad está relacionada con adolescentes o jóvenes, pero vivimos en una sociedad que sufre un envejecimiento progresivo. Existen pocas investigaciones sobre este tema con muestras representativas, especialmente cuando nos centramos en personas de edad avanzada.
Pese a ello, existen estudios en los que se objetiva que los adultos mayores continúan participando en varias actividades sexuales, como el coito vaginal, el sexo oral y la masturbación, incluso en la octava y novena décadas de vida. Por ello es importante, que las personas puedan permanecer sexualmente activas en estas etapas vitales a pesar de la edad.
Relación edad-salud
Un factor con gran influencia en la esfera sexual tanto en hombres como en mujeres son los cambios relacionados con la edad y la salud, que afectan de forma negativa a la calidad de vida y a sus relaciones interpersonales:
- En el caso de la mujer, la sexualidad es uno de los aspectos que más sufre con las modificaciones fisiológicas de la menopausia y se puede observar cómo existe una actitud negativa hacia las prácticas sexuales una vez entrada la edad madura.
- En el caso del hombre, también ocurren cambios influyentes. En el hipogonadismo de inicio tardío (o síndrome de déficit de testosterona), la disfunción eréctil es el principal problema de limitación sexual en los hombres, siendo mayor en los grupos de edad más avanzada, con un pico en hombres mayores de 70 años.
Las disfunciones sexuales suelen asociarse con comorbilidades médicas – es decir otras enfermedades o trastornos – como los factores de riesgo cardiovascular, que también son más prevalentes en la vejez. Pero, aunque los problemas asociados a la salud a menudo intervienen en los factores físicos, tienen un impacto sustancial también en la propia autoestima, la satisfacción del compañero y la relación íntima de la pareja, lo que puede mermar todavía más la esfera sexual en estas bandas de edad.
Si tienes o crees tener alguna disfunción sexual, te recomendamos que leas la siguiente información:
https://hombresysalud.com/disfunciones-sexuales-mas-frecuentes/
Afectividad-Sexualidad
Desde la perspectiva del envejecimiento activo, de la calidad de vida y del aprendizaje a lo largo de toda la vida, la afectividad y la sexualidad tienen un papel muy importante vinculado con la autoestima y el bienestar personal de los adultos mayores. Esta realidad merece ser considerada y tener un lugar propio y un reconocimiento desde el punto de vista de la investigación, la formación o la divulgación del conocimiento. Así será posible combatir la invisibilidad,y los mitos asociados a ella, sin renunciar a una estrategia educativa y de prevención que permita reconocer y visibilizar el derecho a la sexualidad de los adultos mayores, especialmente en el caso de las mujeres.