SALUD SEXUAL MASCULINA

DEFINICIÓN E IMPORTANCIA

La salud sexual es un estado de completo bienestar físico, mental y social referido a la sexualidad

Todas las personas tienen el derecho a satisfacer y expresar su sexualidad y disfrutar de la salud sexual.

Los derechos sexuales constituyen la aplicación de los derechos humanos existentes a la sexualidad y a la salud sexual. Protegen el derecho de todas las personas a satisfacer y expresar su sexualidad y a disfrutar de la salud sexual, con el debido respeto por los derechos de los demás, dentro de un marco de protección frente a la discriminación.

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DEFINICIONES DE TRABAJO DE LA OMS

Salud sexual: La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, y no solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia. Para que todas las personas alcancen y mantengan una buena salud sexual, se deben respetar, proteger y satisfacer sus derechos sexuales.

Sexo: El sexo son las características biológicas que definen a los seres humanos como hombre o mujer. Estos conjuntos de características biológicas tienden a diferenciar a los humanos como hombres o mujeres, pero no son mutuamente excluyentes, ya que hay individuos que poseen ambos. En el uso general de muchos idiomas, el término «sexo» se utiliza a menudo en el sentido de «actividad sexual», aunque para usos técnicos en el contexto de la sexualidad y los debates sobre salud sexual se prefiere la definición anterior.

Sexualidad: La sexualidad es un aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se siente y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Si bien la sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no todas ellas se experimentan o expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

Derechos sexuales: La satisfacción de la salud sexual está ligada a la medida en que se respetan, protegen y cumplen los derechos humanos. Los derechos sexuales abarcan ciertos derechos humanos reconocidos en los documentos internacionales y regionales pertinentes, en otros documentos de consenso y en las legislaciones nacionales.
Los derechos fundamentales para la realización de la salud sexual son los siguientes:

  • Los derechos a la vida, la libertad, la autonomía y la seguridad de la persona.
  • El derecho a la igualdad y la no discriminación.
  • El derecho a no ser sometido a torturas o a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
  • El derecho a la privacidad.
  • Los derechos al grado máximo de salud (incluida la salud sexual) y al nivel máximo de seguridad social.
  • El derecho al matrimonio y a formar una familia con el libre y completo consentimiento de ambos esposos, y a la igualdad dentro del matrimonio y en el momento de disolución de éste.
  • El derecho a decidir el número de hijos que se desea tener y el intervalo de tiempo entre los nacimientos.
  • Los derechos a la información y a la educación.
  • Los derechos a la libertad de opinión y de expresión.
  • El derecho a la reparación efectiva en caso de violación de los derechos fundamentales.

Los derechos sexuales constituyen la aplicación de los derechos humanos existentes a la sexualidad y a la salud sexual. Protegen el derecho de todas las personas a satisfacer y expresar su sexualidad y a disfrutar de la salud sexual, con el debido respeto por los derechos de los demás, dentro de un marco de protección frente a la discriminación.

Fuentes: WHO, 2006 y 2010

LA FUNCIÓN SEXUAL MASCULINA

La función sexual normal es una interacción compleja que implica la participación tanto de la mente como del cuerpo. Los sistemas nervioso, circulatorio y endocrino (hormonal) interaccionan con la mente para producir una respuesta sexual.

La respuesta masculina sigue el modelo sexual lineal con las fases de excitación, meseta, orgasmo y resolución.

El deseo (también llamado estímulo sexual o libido) es el impulso o instinto por querer mantener relaciones sexuales. Puede desencadenarse por pensamientos, palabras, recuerdos, olores o tacto. El deseo lleva a la primera etapa del ciclo sexual, la excitación.

Fase de excitación

Puede durar de varios minutos a varias horas. En ella aumenta el nivel de tensión muscular, la frecuencia cardíaca y comienza la vasoconstricción con aumento de los órganos genitales y en el hombre, las glándulas de Cowper secretan un líquido lubricante en la uretra masculina.

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FISIOLOGÍA DE LA ERECCIÓN

Durante la excitación, el cerebro envía señales nerviosas a través de la médula espinal hasta el pene. Las arterias que suministran sangre a los tejidos eréctiles (cuerpos cavernosos y cuerpo esponjoso) responden haciéndose más anchas (relajación y dilatación). Las arterias aumentan notablemente el flujo sanguíneo a estas áreas, que se congestionan con sangre y se expanden. Esta expansión ejerce una presión que comprime las venas del pene, que normalmente evacuan la sangre del pene, pero que ahora retardan la salida de la sangre y elevan así la presión sanguínea dentro del pene. La presión elevada en el pene produce la erección y la rigidez.

Fase de meseta

En la fase de meseta, que se mantiene hasta el orgasmo, estos cambios se intensifican. La vejiga se cierra para evitar la mezcla de orina con semen y los músculos de la base del pene presentan contracciones rítmicas que finalmente expulsan el semen.

Orgasmo

Durante el orgasmo, hay contracciones musculares involuntarias, como por ejemplo las que se producen en los esfínteres o los espasmos del músculo.

Como curiosidad el llamado músculo carpopedal del pie se puede contraer de forma llamativa.

También aumenta la presión arterial y las frecuencias cardíaca y respiratoria, hasta que se produce una repentina liberación de la tensión nerviosa.

En los hombres, el orgasmo generalmente se alcanza con la eyaculación del semen. El orgasmo viene precedido por la acumulación de fluidos seminales en el bulbo uretral de la glándula prostática. A medida que se acumulan en mayor cantidad, el varón siente que va a eyacular y experimenta esa sensación de forma inevitable, incontrolable, resultándole intensamente placentera.

Durante la resolución, el cuerpo vuelve a los niveles normales de frecuencia cardíaca, presión arterial, respiración y contracción muscular y se experimenta una sensación general de bienestar motivada por la descarga de una serie de  sustancias “placenteras” que genera el organismo.

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BASES FISIOLÓGICAS DE LA RESPUESTA SEXUAL HUMANA

SEMFYC. Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.

PAPEL DE LAS HORMONAS SEXUALES

La actividad sexual depende de los niveles sanguíneos de ciertas hormonas, aunque el papel exacto de cada una de ellas sigue estando poco claro y son necesarios más estudios.

Testosterona

La testosterona es una hormona esteroide que tiene una notable importancia en el ámbito sexual, pues de su segregación dependen, en gran parte, la maduración y el apetito sexuales. Por otro lado, como cualquier esteroide, tiene una importante función anabólica al incidir en la formación de masa corporal y músculos, al igual que también influye en la resistencia ósea.

Con el envejecimiento disminuyen los niveles circulantes de testosterona paralelos al declinar de la función sexual.

Estrógenos

Los estrógenos son hormonas sexuales esteroideas (derivadas del colesterol) de tipo femenino principalmente, producidos por los ovarios, la placenta durante el embarazo y, en menores cantidades, por las glándulas adrenales.

Los estrógenos exógenos (que no están producidos de manera natural por el organismo) tienen un efecto negativo en la sexualidad de los hombres, disminuyen el interés y la respuesta sexual, de forma similar a lo que encontramos en los hombres con hipogonadismo (un trastorno que implica niveles de testosterona bajos en hombres).

Oxitocina

Esta hormona, secretada por la hipófisis ha demostrado, en estudios animales, inducir la erección mediante un mecanismo dependiente de la testosterona. Sus niveles plasmáticos aumentan en hombres y mujeres durante la actividad sexual alcanzándose valores máximos en el orgasmo.

Betaendorfina

Sustancia que se produce en el cerebro, especialmente en la glándula pituitaria/hipófisis, y que bloquea la sensación de dolor. Tiene efectos sexuales inhibidores que son dosis‑dependientes y varían según la zona del cerebro en la que actúe, pudiendo inhibir la activación de la secuencia consumatoria del acto sexual o la fase inicial de apetito sexual. Las dosis bajas tienen un efecto facilitador y las dosis altas, un efecto inhibidor.

Prolactina

Hormona peptídica secretada por células lactotropas de la parte anterior de la hipófisis. En los hombres, la hiperprolactinemia produce disminución del interés sexual y de la respuesta eréctil. Se ha observado una elevación de sus niveles tras el orgasmo, tanto en hombres como en mujeres, y se ha postulado que puede actuar con un mecanismo de compensación en el período refractario.

Hay otras sustancias, como la serotonina y la dopamina, cuya actividad parece que también influye en algún aspecto de la excitación sexual, pero hasta el momento no se ha concretado.

LA SEXUALIDAD A LO LARGO DE LA VIDA

Los seres humanos somos seres sexuados y expresamos la sexualidad de diferentes formas en cada etapa de la vida. El desarrollo sexual es un proceso en el que, además de la evolución psicofísica, propia de cada edad, influyen:

  • El estado físico y la capacidad intelectual.
  • La satisfacción de necesidades humanas básicas como el deseo de contacto, la intimidad, la comunicación, la expresión emocional, el placer, la ternura y el amor.
  • El aprendizaje de creencias y roles de género.
  • La educación afectiva y sexual.

A cada etapa de la vida y, más concretamente a cada edad, corresponden unas formas específicas de manifestación de la sexualidad. Pueden diferenciarse claramente cuatro etapas en el desarrollo psicosexual:

INFANCIA

PUBERTAD Y ADOLESCENCIA

JUVENTUD Y MADUREZ

VEJEZ

El inicio y duración de cada una de estas etapas son orientativos, ya que dependen de varios factores:

  • Personales: el estado físico y emocional, la capacidad intelectual, la personalidad y la autoestima.
  • Sociales y económicos: el estatus social, los valores y creencias, el acceso a la educación, la satisfacción de las necesidades económicas y el rol de la familia (apoyo, tutela, control…) en cada sociedad.
  • Medioambientales: el clima local, la zona donde se vive (rural, urbano, área de la ciudad o barrio, etc.), así como las facilidades para moverse y acceder a nuevas experiencias e interacciones sociales, para conocer diferentes estilos de vida o acceder a recursos.
  • Estilo de vida: alimentación, actividad física e intelectual, intimidad en el hogar y autonomía personal, entre otros.

La sexualidad infantil

La infancia es la etapa de la vida que se caracteriza por la curiosidad, la exploración, la observación y el descubrimiento. Los niños, jugando y experimentando, se van conociendo a sí mismos y al mundo que les rodea. Por ello, el comportamiento sexual del niño le permite desarrollarse y adaptarse a su entorno mediante:

  • El conocimiento de su cuerpo y el de otras personas.
  • La repetición de conductas que le producen sensaciones de placer y bienestar.
  • La imitación del comportamiento de otros niños y de las personas adultas que les rodean.
  • La asignación de un significado a sus vivencias (experiencias, sentimientos y sensaciones).

Los niños descubren las similitudes y diferencias entre sus cuerpos y que acariciar partes de su propio cuerpo les produce placer. Toman conciencia de la pertenencia a un determinado sexo, van incorporando roles y comportamientos relacionados con el género e imitan los comportamientos de las personas que les rodean.

Las motivaciones de la sexualidad infantil no tienen nada que ver con la sexualidad que empieza a manifestarse en la pubertad y la adolescencia, ni con la sexualidad adulta.

SEÑALES DE ALARMA DE COMPORTAMIENTOS PELIGROSOS

Los padres también necesitan saber cuándo el comportamiento sexual de un niño parece indicar algo más que una curiosidad inofensiva. Los problemas del comportamiento sexual pueden representar un riesgo para la seguridad y el bienestar del niño o de otros niños, y pueden ser una señal de abuso físico o sexual, o un exposición anómala a la actividad sexual.

Las señales de alarma de comportamiento sexual incluyen cualquier acto que:

  • Ocurra con frecuencia y no se pueda desviar.
  • Provoque dolor físico o emocional, o lesiones a sí mismos o a otros.
  • Se asocie con agresión física.
  • Implique coerción o fuerza.
  • Simule actos sexuales de adultos.

La sexualidad en la adolescencia

La pubertad y la adolescencia son etapas de transición de la infancia a la edad adulta. La pubertad empieza aproximadamente a los 10 años y finaliza a los 13, cuando comienza la adolescencia, que finaliza alrededor de los 19 años, aunque existe cierta discusión entre los expertos para establecer esta frontera.

En la pubertad se inicia el proceso de cambios físicos y hormonales que permiten la transformación del cuerpo infantil en un cuerpo adulto, hacia el final de la adolescencia. Estos cambios preparan el organismo para la reproducción y para disfrutar del placer sexual adulto.

LOS OBJETIVOS BÁSICOS QUE SE DEBEN CONSEGUIR EN ESTA ETAPA EN RELACIÓN CON LA SEXUALIDAD SON:

  • Aceptar nuestra figura corporal sexuada, no siendo víctimas de los modelos de belleza en nuestra sociedad de la imagen y el mercado.
  • Aceptar nuestra identidad sexual, de hombre, mujer, transexual o transgénero, porque nos viene dada, aunque aún no sepamos los factores de que depende.
  • Aceptar nuestra orientación del deseo heterosexual, homosexual o bisexual, porque también nos viene dada, aunque no sabemos los factores de que depende.
  • Disfrutar de la actividad sexual, consiguiendo tener relaciones sexuales satisfactorias, si lo deseamos.
  • Evitar los riesgos asociados a la actividad sexual.
  • Aprender a vivir las relaciones amorosas, a vivir en pareja, si esa es nuestra opción.
  • Respetar la biografía sexual de los demás, siempre que se trate de una diversidad saludable.

PRÁCTICAS SANAS Y RIESGOS

Es importante conocer y aceptar las dificultades y los riesgos inherentes al crecimiento y experimentación de esta etapa, por lo que se deben tener en cuenta las características de adolescentes y jóvenes con relación a la actividad sexual y las relaciones de pareja:

  • Entre los 12-14 años: sentimientos y emociones poco elaboradas, escasa relación entre actividad sexual y posibles secuelas negativas.
  • De 15-17 años: prueban, sienten, dudan…, y pueden hacer demandas concretas. Conocen posibles riesgos, pero se sienten algo inmunes.
  • A partir de los 18 años: comprenden que la actividad sexual puede comportar riesgos. Mayor capacidad para pedir ayuda y consultar. Además, la percepción de los riesgos no es la misma en las mujeres que en los hombres, ni tampoco las habilidades de comunicación y negociación.

APOYO DE LAS FAMILIAS

La familia, en cualquiera de sus formas, es el agente educativo esencial, también en materia de sexualidad, porque solo ellas pueden ofrecer la experiencia de un núcleo de convivencia amoroso en el que aprendan, emocional y mentalmente las relaciones amorosas que valen la pena. Para ello es fundamental:

  • Ofrecerles figuras de apego que les sean incondicionales. Eso sí, que también les concedan autonomía, toda la que sean capaces de usar con responsabilidad.
  • Teniendo una relación cálida e íntima con los hijos, de forma que aprendan por experiencia lo que es la relación afectuosa.
  • Ofreciéndole modelos de pareja positivos, con respeto, igualdad, cariño, etc.
  • Enseñarles a afrontar los conflictos y a resolverlos, incluso con la separación, si fuera la opción decidida.

La sexualidad en la juventud y madurez

La juventud es la etapa posterior a la adolescencia que, según la Organización Mundial de la Salud, comprende el rango de edad entre los 20 y los 25 años. Después de los 25 años, se inicia la madurez, que dura hasta los 65 años, edad en la que empieza la vejez.

En estas etapas, la vida sexual es un elemento más del estilo de vida, en constante evolución, marcada por las siguientes circunstancias vitales:

  • Tener o no tener pareja sexual.
  • Vivir una situación de pareja estable.
  • La maternidad y la paternidad.
  • La menopausia y la andropausia.

Tanto la juventud como la madurez son etapas en las que, si la persona ha alcanzado un buen nivel de maduración psicosexual y tiene los conocimientos y habilidades precisos, la sexualidad se manifiesta en toda su plenitud.

ALGUNOS DATOS SOBRE HÁBITOS SEXUALES

Los siguientes datos se corresponden con los extraídos del último informe elaborado por Instituto Nacional de Estadística (INE),con relación a la salud y los hábitos sexuales, desde la perspectiva del sida.

De acuerdo con los objetivos de esta encuesta se consideran relaciones sexuales aquéllas en las que hay penetración vaginal, anal u oral, puesto que son las que suponen riesgo de transmisión del VIH.

  • El 94,1% de la población de 18 a 49 años ha tenido relaciones sexuales alguna vez en la vida (94,6% en hombres y 93,4% en mujeres).
  • Un 3,9% de los hombres y un 2,7% de las mujeres manifestaron haber mantenido relaciones homosexuales en algún momento de su vida.
  • Para el 1,1% de los hombres, las relaciones han sido exclusivamente homosexuales.

Se observa una marcada diferencia por sexo en el número de parejas que se han tenido en diferentes periodos de tiempo, siempre mucho más elevado entre los hombres.

  • Un 24,4% de los hombres y un 55,6% de las mujeres han tenido relaciones sexuales con una única persona en su vida. En la mayoría de los países europeos este porcentaje es inferior al encontrado en España, sobre todo entre las mujeres.
  • El 4,1% de las mujeres dice haber tenido diez o más parejas sexuales en su vida. En el caso de los hombres, este porcentaje es de un 21,6%.
  • Un 22,3% de las personas que han mantenido relaciones sexuales en el último año manifiesta que ha tenido más de una pareja sexual en dicho periodo (39,8% en hombres y 14,8% en mujeres). Esta frecuencia disminuye a medida que aumenta la edad: 33,9% entre los más jóvenes frente al 13,4% en el grupo de 40-49 años.

LA LLEGADA DE LA ANDROPAUSIA

Cuando el descenso de la testosterona alcanza un determinado umbral, se produce la andropausia, con un cuadro clínico que en la esfera sexual supone un descenso de la libido, de la potencia sexual y la aparición de la disfunción eréctil.

Este cuadro clínico es la traducción de una deficiencia de andrógenos que, de forma incorrecta, se sigue denominando andropausia por analogía con la menopausia; pero en la mujer hay cambios hormonales profundos de manera generalizada al llegar a cierta edad, mientras que en el varón existe una gran
variabilidad entre diferentes individuos que, en todo caso,  experimentan de modo gradual este déficit hormonal.

Aparte de determinadas situaciones en las que se produce un déficit de testosterona, como pueden ser el tratamiento con ciertos medicamentos, la diabetes, la cirrosis hepática, el hipertiroidismo y otras enfermedades sistémicas  importantes, el déficit de testosterona está relacionado con la edad. A partir de los 40 años va decayendo el nivel de esta hormona, lo que se acentúa a edades más avanzadas y constituye un problema creciente al aumentar la supervivencia del hombre.

Al igual que ocurre frente a la variabilidad de otras  características biológicas, hay hombres que, a edades avanzadas, por encima de los 80 años, pueden mantener niveles de testosterona similares a personas más jóvenes, pero constituyen una excepción.

La sexualidad en la vejez

La vejez es la etapa de la vida que empieza a partir de los 65 años. Para los adultos mayores tanto la sexualidad como la afectividad, tienen la misma importancia que tenían en otras etapas de la vida. El problema suele ser el pudor que produce al referirse al tema, pero está lejos la suposición de que los adultos mayores no viven su sexualidad, no la ejercen o no la disfrutan.

Las personas que están en esta etapa de la vida mantienen intacta la capacidad de sentir deseo y de disfrutar de la sexualidad. Como en todas las etapas de la vida, la expresión de la sexualidad durante la vejez está condicionada por una serie de circunstancias que se dan mayormente en este momento vital:

  • Las creencias sobre el deseo y la sexualidad.
  • El envejecimiento del cuerpo.
  • Los efectos del envejecimiento en la autoestima y el estado emocional.

ALGUNAS CREENCIAS ERRÓNEAS QUE DEBERÍAMOS ABANDONAR

En general, tenemos la idea de que la sexualidad está relacionada con adolescentes o jóvenes, pero vivimos en una sociedad que sufre un envejecimiento progresivo. Existen pocas investigaciones sobre este tema con muestras representativas, especialmente cuando nos centramos en personas de edad avanzada.

Pese a ello, existen estudios en los que se objetiva que los adultos mayores continúan participando en varias actividades sexuales, como el coito vaginal, el sexo oral y la masturbación, incluso en la octava y novena décadas de vida. Por ello es importante, que las personas puedan permanecer sexualmente activas en estas etapas vitales a pesar de la edad.

RELACIÓN EDAD-SALUD

Un factor con gran influencia en la esfera sexual tanto en hombres como en mujeres son los cambios relacionados con la edad y la salud, que afectan de forma negativa a la calidad de vida y a sus relaciones interpersonales:

  • En el caso de la mujer, la sexualidad es uno de los aspectos que más sufre con las modificaciones fisiológicas de la menopausia y se puede observar cómo existe una actitud negativa hacia las prácticas sexuales una vez entrada la edad madura.
  • En el caso del hombre, también ocurren cambios  influyentes. En el hipogonadismo de inicio tardío (o síndrome de déficit de testosterona), la disfunción eréctil es el principal problema de limitación sexual en los hombres, siendo mayor en los grupos de edad más avanzada, con un pico en hombres mayores de 70 años.

Las disfunciones sexuales suelen asociarse con comorbilidades médicas –es decir otras enfermedades o trastornos– como los factores de riesgo cardiovascular, que también son más prevalentes en la vejez. Pero, aunque los problemas asociados a la salud a menudo intervienen en los factores físicos, tienen un impacto sustancial también en la propia autoestima, la satisfacción del compañero y la relación íntima de la pareja, lo que puede mermar todavía más la esfera sexual en estas bandas de edad.

AFECTIVIDAD-SEXUALIDAD

Desde la perspectiva del envejecimiento activo, de la calidad de vida y del aprendizaje a lo largo de toda la vida, la afectividad y la sexualidad tienen un papel muy importante vinculado con la autoestima y el bienestar personal de los adultos mayores. Esta realidad merece ser considerada y tener un lugar propio y un reconocimiento desde el punto de vista de la investigación, la formación o la divulgación del conocimiento. Así será posible combatir la invisibilidad y los mitos asociados a ella, sin renunciar a una estrategia educativa y de prevención que permita reconocer y visibilizar el derecho a la sexualidad de los adultos mayores, especialmente en el caso de las mujeres.

ESFERA PSICOSEXUAL

¿Qué son las emociones?

Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira…

Son conocidas por todos nosotros, pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso una enfermedad.

Hay otra serie de términos y conceptos muy relacionados con este tema como, por ejemplo, los sentimientos. Estos son más duraderos que las emociones, que son temporales y están más vinculados a la reflexión. No suelen estar relacionados con sensaciones físicas intensas, son más suaves y no ponen en marcha comportamientos de manera inmediata.

Otro concepto es el estado de ánimo. Un sinónimo podría ser la “vivencia emocional” y como los sentimientos, suele ser más intenso y más prolongado que la emoción.

El término afectividad englobaría todos los anteriores, incluidas las emociones, y es el término más genérico de todos.

Emociones y sexualidad

A la hora de abordar la relación entre emociones y sexualidad conviene tener claro la distinción entre deseo sexual y excitación sexual.

DESEO SEXUAL

Esperiencia subjetiva
(motivación o interés en el sexo)

EXCITACIÓN SEXUAL

Respuesta fisiológica que se genera (como la erección)

¿Que relación se establece entre emociones, deseo sexual y excitación sexual?

Todas las personas tenemos dos tendencias de acción innatas: acercamiento y defensa.

La primera nos lleva a relacionarnos, vincularnos, cuidar y a enamorarnos. El deseo sexual está relacionado con ésta. Cuando el deseo sexual se activa nos sentimos receptivos y sensibles a la estimulación erótica. En condiciones normales buscamos el acercamiento y la satisfacción sexual.

Por otro lado, cuando nos sentimos en peligro de ser dañados, activamos emociones, pensamientos y conductas asociados al otro sistema de acción, el sistema de defensa.

Una mala regulación emocional puede incidir en nuestro deseo sexual, en la excitación o en ambas.

El miedo es la emoción principal que va a movilizar mecanismos de defensa que pueden afectar a nuestra vida sexual:

  • El miedo a la ruptura actúa como mecanismo de defensa inmediato, inhibiendo el deseo.
  • El miedo al compromiso, al vínculo, podría generar problemas de excitación.

En estos casos el miedo actúa “protegiéndonos”. Si por el contrario se potencian mayores niveles de seguridad, confianza, alegría y estabilidad emocional, éstos serán factores que propicien una mejor vida sexual, activación del deseo y tendencias de acercamiento.

Bienestar emocional y sexualidad

El estrés es una respuesta de nuestro cuerpo, a nivel cognitivo, fisiológico y conductual ante determinadas situaciones:

  • Esta activación nos permite tener un ritmo o nivel necesario para ser capaces de atender tareas complejas, resolver problemas, realizar sobre esfuerzos, etc.
  • En este proceso, se aceleran o se ven afectadas distintas funciones como la capacidad de pensar o atender y sistemas como el cardiovascular, el respiratorio, endocrino, dermatológico, inmunológico, gastrointestinal o músculo-esquelético.

Para nuestra vida diaria, es decir, para comer, dormir, trabajar o tener relaciones sexuales se deben activar y desactivar diferentes funciones y sistemas según cada momento. Por ejemplo, para trabajar, necesitamos un grado de activación fisiológica de nivel medio y sin embargo para dormir, el nivel requerido es bajo.

Si estamos poco activados no podemos atender las demandas de nuestra vida laboral y si lo estamos en exceso, no podremos conciliar el sueño.

La función sexual requiere un cierto grado de bienestar emocional y de comunicación con la pareja, así como recursos (energía, vitalidad, atención a las propias necesidades y de la pareja, deseo sexual, fantasías, capacidad de seducción, etc.) que se van agotando con el estrés, el cansancio o el agotamiento.

Nuestro organismo es extremadamente inteligente y asigna recursos estableciendo prioridades: si tenemos que hacer algo muy importante, asignará las reservas necesarias, pero dejando de atender otras funciones que en ese momento considera menos urgentes, como la regeneración de la piel o el cabello, el fortalecimiento de los huesos y del sistema inmune, la fertilidad o la sexualidad.

Del mismo modo que el estrés puede alterar la vida sexual, tener relaciones sexuales satisfactorias con nuestra pareja, ayuda a disminuir el nivel de estrés a través de varios mecanismos:

  • La generación de endorfinas aumentando el bienestar.
  • El incremento en los niveles de serotonina, que actúa como antidepresivo y mejora el estado de ánimo.
  • La disminución de la activación fisiológica al disminuir la liberación de cortisol, la hormona del estrés.
  • La mejora de la función cardiovascular.
  • Ayuda a dormir mejor ya que la relajación fisiológica y el aumento del bienestar subjetivo mejoran las condiciones para conciliar el sueño.
  • La mejora de la comunicación y el vínculo con la pareja debido a la liberación de oxitocina durante el orgasmo, hormona encargada de establecer y fomentar la empatía, el apego y el cuidado.

También puede darse el caso contrario, es decir, que las diferentes necesidades de cada uno de los miembros de la pareja o la falta de empatía desemboquen en conflicto y, por tanto, en un aumento del estrés.